Reseña
Rojas,
Hermogenes. Contarte quiero. 17 cuentos
y dos sentimientos arguedianos. Abancay. Graphic Center editores. 2011.
“Son muchos escritores que poseen
talento, no conozco a escritor alguno que no lo tenga”, decía Raymond Carver[1], el mejor cuentista estadounidense. “Pero
lo que hace a un buen escritor es la
forma especial de contemplar las cosas y que sepa dar una expresión artística a
sus contemplaciones”. De esos hay pocos. Uno de ellos es Hermógenes Rojas
Sullca. Y ciertamente, como el escritor debe reinventarse en cada obra,
Hermogenes Rojas Sullca, nos sorprende con esta publicación más. Una obra
inesperada porque pertenece a un género no tan explorado por el autor: el cuento.
Nos tiene acostumbrados a una rutilante
pléyade de poemas, cuyos temas se dirigen a su querida Abancay o los carnavales.
Y muchos otros, alabando los recursos y singularidades de las siete provincias
de su amada Apurímac y otros tantos más,
a su adorada Huanipaca.
Muchos han dicho de Hermógenes, que es
el poeta de Abancay, el poeta de Huanipaca. Se le conoce y se admira en los
ámbitos regionales y más aun, nacionales.
Hermógenes es querido por muchos y obviamente no tan querido por
algunos. Mérito tiene para tales afectos.
Ha ensalzado las glorias de Apurímac, ha celebrado las perlas de su gente, su cultura y ha denostado a los corruptos y maléficos políticos. A pesar de ello, y pese
a sus detractores, su obra es reconocida por los críticos, políticos e instituciones nacionales.
La obra que nos presenta hoy Contarte quiero es de corte intimista,
en algunos casos casi biográfico. Los que le conocen, hallarán en sus páginas,
el alma dolida del poeta, su rebosante corazón, sus andares, su límpido
trajinar, que casi se funden y amalgaman
con Apurímac, con su cultura y su
idiosincrasia. La obra sugiere su mundo, sus sentimientos, su dolor, su
alegría, sus amores juveniles, sus primeros sentimientos, sus esperanzas, sus
preguntas a la vida, a Arguedas, está el autor omnipresente en
toda la obra. El amigo, el poeta, el
maestro, visible en cada
cuento, como si se sentara al lado del
lector, y con lágrimas a veces, con alegre carcajada o con resonante risa o
suave sonrisa, evocara su vida y la
contase al lector, su amigo, su confidente.
“Escribir cuentos”, afirmaba Juan Bosh[2], cuentista, ensayista e historiador
dominicano, “no es fácil, es una tarea seria y además, hermosa. Un arte
difícil. Y el que nace con la vocación de cuentista trae al mundo un don que
está en la obligación de poner al
servicio de la sociedad”. Y quien encarna mejor esta descripción que Hermógenes
Rojas Sullca. Y lo es más, con este libro de cuentos: Contarte quiero.
Su titulo invita a una conversación, un
coloquio con el lector, que queda
impactado por la sinceridad del autor, que expone sin tapujos, los temas de los
que poco hablamos. Es sumamente sugestivo, invita a la lectura, posee un
acento intimo y crea inmediatamente una conexión con el lector, casi le susurra
al oído las historias que están a punto de brotar de sus páginas. Pero no sólo
es el título, sino el diseño de la obra,
los colores escogidos que llaman
poderosamente la atención del lector, le
provoca curiosidad. Lo primero que el
lector hará es escoger un cuento y leerlo ávidamente, para apagar esa
curiosidad. Además, denotan el cariño, el afán que el autor puso en la obra. El
esmero del autor, diría Carver[3].
Y ello trasunta en toda la obra.
Hermógenes ha logrado lo que asevera Juan
Bosh[4],
“discernir dónde hay un tema para un cuento, que es parte esencial de la
técnica de escribir cuentos”. Redescubre los temas cotidianos y los presenta
con vocación de cuentista y nadie como él, quien escribe buenos cuentos en Contarte quiero.
Se afirma que el cuento que es una novela en síntesis. En realidad “es más
difícil lograr un buen libro de cuentos que una buena novela” sostiene Juan
Bosh. Y entre ellos, la virtud más importante es el esmero, “la única
convicción moral del escritor”, señalaba Ezra Pound[5].
El esmero en la obra en la construcción
de cada frase, de cada pausa. Tal diligencia no es ajena en Contarte quiero, sino su atributo más
preciado.
La obra está compuesta por 17 cuentos
de alta calidad y dos sentimientos arguedianos, que se presentan en
retrospectiva en unos y en otros cuentos, en forma cronológica. Están relatados
con la voz de un narrador alternante, narrador omnisciente en ocasiones y en
otras con el narrador protagonista. Y En los sentimientos arguedianos emerge la
narración en primera persona. La postura o punto de vista del autor es
subjetiva y realista, en algunos casos,
irónica.
Los títulos de los capítulos son
llamativos, infieren el contenido del cuento y nominan a los protagonistas.
Contiene además, ilustraciones que amplían y perpetúan los personajes.
Sus cuentos difieren de otros por su
temática regional, su sencillez,,, su cándido optimismo de la vida, de la
bondad y la percepción cabal y atinada de la administración pública a quien
critica en forma solapada, su inacción y su indiferencia hacia el pueblo.
En los dos últimos relatos,
sentimientos arguedianos, invita al lector a un recorrido hermogiano, por la
vida y obra de Arguedas, contando pasajes y recordando personajes de Arguedas,
que simbólicamente se presentan como hitos en la vida y el legado de Arguedas.
En estas piezas, Arguedas, está más vivo
que nunca, y más perenne, su memoria, y su herencia. Esta lectura impulsa al
lector a buscar a Arguedas, a releerlo ¡Qué mejor homenaje que presentar a
Arguedas de esta forma! Que invite al
lector a leerlo, a buscarlo otra vez, con gran avidez. Y aún más, Hermógenes,
le otorga el premio nobel del corazón de
los andes peruanos.
En Contarte
quiero la naturaleza, la mujer amada, la patria asoman entre sus páginas,
como temas comunes a muchos escritores, pero lo que diferencia a Hermógenes
Rojas Sullca de otros, es lo que Raymond Carver[6],
explicaba que "es posible hablar de lugares comunes y de cosas usadas
comúnmente, con un lenguaje claro, y dotar a esos objetos con atributos de lo
inmenso, con un poder renovado”. Y Hermógenes Rojas Sullca, renueva los temas y los refresca y nuevamente
los presenta vivificantes.
También, se ha esmerado en la construcción
del final. En ocasiones, el remate es
con un verso “jazmín con jazmín, este cuento llega a su fin”, con un pasaje de la biblia “el que tenga
oídos para oír, que oiga” o un final anunciado “Desde aquel día en este pueblo,
no tienen cabida los mentirosos, ladrones y asesinos”.
La trama de los cuentos no se olvidará.
Son perennes y permanecerán porque pertenecen al imaginario colectivo de
Abancay- sus historias son intensas y están
ágilmente narradas, con finales cerrados, en ocasiones, pero siempre, con
estilo elegante, poético y preciso que caracteriza al autor.
Hermógenes ha construido sus personajes
con una personalidad tan definida, que emergen con vida propia de sus páginas y
que podrían continuar en la obra de otros autores[7], sus personajes son ya clásicos. Y son simbólicos:
Vidalín Vidales, Manuel Patria, Dadiya,
Occe Saracha, Valorín Valientes, Hormiguina, se convierten en personajes con
vida y energía muy propias, que casi caminan entre nosotros ¡Absolutamente
original!
Los autores impregnan a sus obras un
estilo propio. Sostenía Carver[8],
que se trata de “una firma inimitable que pone en todas sus cosas el escritor”.
Contarte quiero tiene el estilo
definido de Hermógenes. Este es su mundo y no otro. Este es su mundo y ya lo
conocemos.
Su estilo es formal, ceremonioso,
elegante. Y el lenguaje, elaborado, que denota el esfuerzo, pues parece
sencillo. Se percibe que ha sido finamente labrado. Es, en suma, un lenguaje
simple, estándar, fácil de comprender por todos, sin términos técnicos, ni
circunloquios, ni frases elaboradas.
Lenguaje muy elaborado que denota el esfuerzo realizado, pues aunque parece sencillo, ha sido finamente labrado.
Se vislumbra además, las metáforas, el
simbolismo, que no impide reconocer a los personajes, por el extraordinario
realismo de sus acciones. Es una obra extraordinaria y fascinante, que irrumpe
fresca y vivificante, en nuestra ciudad.
A continuación presentaremos un breve
análisis de Vidalín Vidales, el quinto
cuento de Contarte quiero,
Su
titulo es sugerente y vislumbra ya el tema. Vidalin Vidales. La vida
denotada en su esencia pura, narrada con voz omniciente, en tercera persona. La
trama se presenta en forma cronólogica. El tópico literario que aparece en el
texto es de vita flumen, la vida como
un río, que desemboca en el
mar, alusión
a Manrique[9].
La narración presenta descripciones y
diálogos intercalados. El comienzo está bien logrado, la llegada de la
ambulancia, capta la atención directa del lector, como aconseja el novelista Barnaby
Conrad[10],
“esa primera página puede marcar la
diferencia”. Y luego, los relatos deben tratar “sobre gente en problemas”
sostiene Conrad. Y Vidalín Vidales, tiene problemas desde el principio. Desde
su concepción.
El punto de de vista del cuento, es subjetivo
pero no por ello, deja de ser realista. El tema es la vida como un ciclo:
nacimiento – vida – muerte.
Su composición tiene cinco partes,
según analiza James Gunn[11],
situación dramática, complicación, clímax, resolución, anticlímax. La situación
dramática presenta al protagonista en el primero de sus problemas, su
nacimiento. Vemos a David Vidales, el padre de Vidalín, en dificultades. Su madre, que se queja de dolores, está
próxima a dar a luz al hijo esperado, Vidalín y debe ser trasladada al hospital.
En el trayecto, el padre, recuerda en un flack back, la búsqueda de la
concepción del hijo, Vidalín, quien es
resultado de un tratamiento de fertilidad,. Luego volvemos, al presente, y en
dos páginas vivimos la complicación de la trama, la segunda parte del cuento. Observamos
los esfuerzos del padre, por acelerar el nacimiento de Vidalín. Sus oraciones
ante un cuadro de Jesús, sentándose parándose, caminando, notamos su
desesperación en cada línea. Sus
cigarros, el paso del tiempo en el reloj, y finalmente el nacimiento de Vidalín
y la muerte de su madre.
La vida está personificada en Vidalín
Vidales, cuya madre ha muerto y queda él como un recuerdo de la vida, como un
agradecimiento a la vida, como una incesante lucha, sin resentimientos, ni rencores.
Lo vemos ya crecido en la fiesta de promoción. El padre, David, ha
superado su dolor y es un “modelo de ser
humano”, que enfrenta la desgracia, sobreviviente del dolor, “un educador desde
la casa”, le llama el director del Colegio en la graduación. Otro momento
ascendente en la narración es cuando el protagonista Vidalín,
quiere tomarse una foto con papá
y mamá “como sus compañeros” y hace traer la foto en tamaño natural de su madre.
Más tarde vemos a Vidalín en la
Universidad. Allí el narrador, nos relata fugazmente las discusiones con Martín
Mortaja, el antagonista, el hijo único de vida disipada. Y así se presenta el
climax, el punto de interés más alto, la noticia que se oye en la radio, un
accidente de automóvil… Y nuestro protagonista debe enfrentarse a otro
problema, debe “hacer algo o morir, triunfar o fracasar” como diría James Gunn[12], las tensiones de la situación
dramática han alcanzado su cima.
Y la resolución del cuento se presenta
de forma inesperada y brillante, casi se asemeja a lo real maravilloso de
García Marquez,. “como una inesperada alteración
de lo real que causa asombro”[13]. Y es el protagonista quien resolverá
la situación.
Es fascinante el tratamiento de la
temática, absolutamente maravillosa: la vida misma, en toda su plenitud. La
vida rebosa en los personajes del cuento: David Vidales, el padre, Vidalín
Vidales, el protagonista, Vidalina
Vidaurre, la madre, el doctor Dávila, quien atiende el nacimiento de Vidalín,
Martín Mortaja, el amigo de Vidalín.
El cuento está narrado con un lenguaje
sobrio. A pesar de las vicisitudes, se mantiene el lenguaje pulcro y natural, que
impide la conmiseración o la pena por los
avatares que atraviesan sus personajes, es más, emergen con más vida y brío en
estos momentos de crisis.
La atmósfera creada es de esperanza, de
regocijo por la vida, de solidaridad, de respeto por la vida y de respeto por
el dolor.
Este cuento, está dirigido a un público
general, al niño, al joven, al hombre, al anciano, porque de ella, se desprende
una enseñanza para los más jóvenes, y meditación y asombro para los no tan
jóvenes.
Sin dudad, Vidalín Vidales, se
convierte así en un personaje clásico como Alonso de Quijano o Scarlett O`Hara,
con un propósito claro y una vida intensa, y con un gran mensaje de fuerza vivificante,
en tiempos de violencia y dolor.
Para concluir este comentario, citaré
al poeta arequipeño, Alberto Hidalgo[14],
“la mayoría de escritores desconocen cuál es su herramienta de trabajo, las
letras son la materia prima” del escritor y las letras requieren de “un experto
que sepa utilizarlas”. Y he aquí a Hermógenes Rojas Sullca, en Contarte quiero, que se reafirma como un
verdadero artesano de la palabra.
Felicitaciones, maestro Hermógenes, por esta obra maravillosa, brillante,
inesperada, que estamos seguros, encandilará a grandes y pequeños.
Hilda Huayhua M.
Abancay, 21 de julio de 2011.
[1] Carver,
Raymond. (1992) Escribir un cuento. Revista del Taller de Narración de la UNSA.. Vol. Nº
3. Arequipa.
[2] Bosch, Juan (1958 ) Apuntes sobre el arte de
escribir cuentos. Caracas.
[4] Ibídem
[5] Poeta y crítico
estadounidense. Citado por Raymond Carver En: Carver, R (1992). Escribir un cuento.
[6] Ibídem
[7] Pierre
Menard, autor del Quijote, de Jorge Luis Borges, que relata cómo Menard, decide escribir ”El Quijote”.
[10] Conrad,
Barnaby (1992) Comienzos. Revista
PYRA. Taller de Narración de la UNSA.. Vol. Nº 3. Arequipa.
[11] Gunn,
James(1992)Anatomía del cuento. Revista PYRA. Taller de Narración de la
UNSA..Vol. Nº 3. Arequipa.
[12] Ibídem
[13]Racionero,
Luis (2004) Carpentier y lo real maravilloso. En: Diario Vanguardia. 03 de
marzo de 2004. España.
[14] Hidalgo,
Alberto (1925) Simplismo. Buenos Aires.
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