domingo, 2 de septiembre de 2012


Tarde septembrina

Tarde nostalgica, septembrina, como diría el poeta  Hermógenes Rojas...  Ligia, sentía tanta nostalgia de lo ido, nostalgia de lo que sucedido... y sentía además, un temor creciente... como si perdiese algo, como si fuera a perder algo... y no podía adivinar   qué sería....
Entonces, había recordado toda la ultima semana a Jacinto,  su viejo amigo, su gran amigo de la infancia. le había recordado a raíz de un sueño,   y desde entonces, ansiosa esperaba que sucediese algo... que podría indicarle una pista sobre su desazón. su desconsuelo,   y la semana pasó con una normalidad aburrida y apenas un poco de tensión en el trabajo... nada hacia presagiar algo emocionante: su vida frente a un escritorio   rellenando formularios.. nada emocionante.
Hacía ya diez años que había abandonado su pueblo y dejó allá todo. Salió huyendo de su  familia, de sus recuerdos, de su vida y aunque anduvo de un lado a otro, un buen tiempo, luego encontró un trabajo como costurera de un taller de ropa de niñas y se quedó allá.
Al principio, tratando de vivir sin contratiempos, sin dolores, apenas viviendo, y luego de forma  casi divertida, casi con alegría renovada.
Y nada ya le recordaba a ese pueblo desgastado, triste, aburrido, sin vida, sin modernidad, sin pasión, sin emociones.  y menos recordaba a sus padres a quienes dejó llorando en la puerta de la casa, mientras ella, subió a un trailer y se alejó sin volver la vista.
Y ahora  en este setiembre maldito, recordaba su pueblo, sus calles, su gente y a sus padres... a su amigo... y tenía un deseo irresistible de verlos otra vez.. hablarles... sonreirles.. No era que no los veía... sino que  hoy sentía que podía sentarse  frente a ellos y dejar de huir...  y hablarles...
Después de despertar del sueño, llamó a sus padres.. les saludó y se sintió bien por haberlos llamado  y hablado con ellos, pero como siempre su conversacion era trivial,  sin produndidad, sin compromiso, sin emoción... sólo para hacerles saber que llamaba...
Y hoy que sentía el deseo de verles, de tocarles de sentir su tierra, de sentir el aire fresco, humedo y frio de su tierra...  sentía también el deseo de encontrarse a si misma...
Pero otra vez,  en lugar de tomar el primer bus para allá, hizo lo de siempre, buscar a otros, preguntar a los amigos, a los paisanos,  por sus amigos y por sus padres... y por Jacinto, como quien no quiere la cosa.  Así se enteró que se había casado, y que vivía bien, alrededor de la plaza principal del pueblo.  también le habían  dicho que se había convertido en regidor del  distrito pero que había culminado su periodo y que la gente esperaba que se presentara a los siguientes comicios.
Y ¿el sueño? Qué  importancia tenía... ninguna. Y entonces  qué significa ese vacío que intentaba llenar, que buscaba llenar...  Y así  llegó a sentir su presencia en sus divagaciones, en sus tardes como hoy,  sombrías y húmedas. Recordaba  sus consejos, su risa, su  vida tranquila, sosegada, su ambición de  iniciarse en la politica, su deseo de recorrer el mundo, de no tener ataduras, de ser siempre libre....
Y casi  acompañó estos deseos, durante su adolescencia, casi se sentía parte de él y casi,  pensaba que le debía ayudar a cumplir sus deseos y ser parte de sus sueños.
Y ahora, por un instante, deseo oírle, deseó  sentir su brazo en sus hombros hablándole de un futuro que nacía, de un futuro para su pueblo,  de un mañana promisorio para  ella,  pero sin el.. pues él ansiaba ser libre siempre y lo había aclarado siempre.
Entonces, Ligia, se levantó y se fue a preparar la leche de  su pequeña de 2 años, que lloraba ya hace rato...






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